Los Estados Unidos han convocado un congreso de verdugos para ver si estos señores encuentran el medio de suprimir sin sufrimiento alguno la vida humana. Es decir, quieren añadir la muerte indolente a la cebolla inodora y a tantos otros inventos por el estilo.
Yo no creo gran cosa en la cebolla inodora. El olor es para mí una características de la cebolla tan importante como el sabor, y si este olor resulta incompatible con la sensibilidad moderna, tendremos que fastidiarnos y renunciar a comer cebollas. Y, de igual modo, si a la sensibilidad moderna le repugna la pena de muerte, será preciso resignarse y prescindir de ella, porque la idea de una pena de muerte para sociedades humanitarias es, por lo menos, tan ridícula como la de una cebolla distinguida para conferenciantes y para enamorados.
La pena de muerte es una institución bárbara que hay que abolir o aplicar bárbaramente. "Si le pegas a un niño -decía Bernard Shaw-, cuida de pegarle con rabia, aun a riesgo de romperle un brazo. Lo que no se te podrá perdonar nunca es que le pegues a sangre fría."
Dostoiewski, por su parte, opinaba que la manera más humanitaria de aplicar la pena de muerte es el descuartizamiento, ya que, ante el temor de los dolores físicos que le esperan, se atenúan considerablemente los terribles dolores morales del reo en capilla. "La certidumbre de perder la vida en un momento dado: eso es lo verdaderamente espantoso de la pena de muerte" -decía Dostoiewski.
Y eso, que los Estados Unidos han pretendido evitar ya por medio de la electricidad, van a intentar evitarlo ahora, valiéndose, probablemente, de la radiotelefonía. Para que la pena de muerte deje de ser una monstruosidad moral, van a inventar un ingenioso aparato mecánico...
En lo sucesivo, los verdugos norteamericanos ejecutarán a los reos a distancia, sin tocarlos, ni siquiera verlos, y, terminadas sus tareas, se irán tan tranquilamente al club o a la iglesia o a una sociedad filantrópica; pero, por lo que a mí respecta, yo preferiría siempre a su compañía la de uno de estos buenos verdugos tradicionales que desempeñan su oficio medieval y que, al darle garrote a un hombre, lo hacen sin la menor pretensión de humanitarismo.
Julio Camba (1884-1962) fue un escritor y periodista español. Su textos, especialmente los recopilados en "Sobre casi todo", de donde sale este artículo, se caracterizan por el humor y la ironía sutil y por una aguda visión de las cuestiones sociales más diversas. Camba escribe en este libro, publicado en 1927, de temas tan disímiles como la pena de muerte, peinados, las corridas de toros, el matrimonio, gastronomía, teatro, la justicia, en fin, como dice el título, sobre casi todo. Su obra más popular es "La casa de Lúculo o el arte de comer", publicada dos años más tarde y, como puede inttuirse, gira en torno a observaciones gastronómicas. Algunos llaman a Julio Camba el Brillat-Savarin español. Acá y acá hay ensayos sobre el autor y se pueden leer algunos fragmentos de La casa de Lúculo. Y acá está la página oficial del autor, aunque parece que está en construcción.
Julio Camba ensayo periodismo humor literatura españa
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28/10/08
Sobre la pena de muerte
10/10/08
Greguerías II
Lo que más obsesiona a la cuchara es poderse soltar de los hilos de la miel.
En las porterías nacen las sillas enanas.
El sillín del piano es el sacarcorchos del concierto.
El menú es la revista infantil de los que comen.
El Coliseo en ruinas es como una taza rota del desayuno de los siglos.
Los auriculares son las gafas ahumadas de los oídos.
El pavo real es como esos niños que se visten de carnaval cuando no es carnaval.
El gallo blanco está vestido de gallina.
Lo que más denigra al perro -y él lo sabe-, es rascarse la cabeza con la pata de atrás.
Otra pequeña dosis de greguerías del gran Ramón Gómez de la Serna. Personalmente, me gusta mucho la del Coliseo. La del tornillo también.
Para los que recién se enteran de que existe algo llamado greguería, acá pueden ver un post anterior sobre el tema.
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2/10/08
Nacimiento
Apenas habíamos recorrido un cuarto de milla, cuando nos llamó la atención un grupo de indígenas que tocaban el típico tamtam. Nos abrimos camino entre los circundantes para ver de qué se trataba. En el centro del grupo vi a una mujer nativa que estaba dando a luz. Sin que nadie la ayudara esperaba la madre el nacimiento de su hijo, sentada en cuclillas sobre la arena. Los indígenas tocaban el tamtam para celebrar el hecho de nacer un nuevo miembro de su tribu. En el momento en que el hijo se desprendió de su madre, los nativos prorrumpieron en un canto triunfal lleno de éxtasis. Sin prestar aparentemente atención alguna a los circundantes, la madre rompió el cordón umbilical que la unía a la criatura, después de atarlo con un trozo de fibra de coco. Luego tomó al niño en brazos y se dirigió a la playa, donde lo lavó en el agua fría, impresión que produjo el primer grito del recién nacido. Los indígenas perdieron todo interés en el asunto cuando oyeron la débil voz del niño, y se marcharon cada uno a sus quehaceres, dejando que la madre se las entendiera con el crío.
La contratapa del libro decía: Un viejo lobo de mar -que llegó a ser capitán de la flota de buques pesqueros de la Compañía de Alaska- tuvo muchos hijos, pero murieron. El undécimo fue una niña y el capitán dijo: "Es la última y la voy a salvar".
Esperando una buena novela de aventuras la llevé, y no me defraudó.
La cosa es que con 11 meses de vida, la pequeña Jean Lowell fijó residencia permanente en el buque Minnie A. Caine, propiedad de su padre. Bajó a tierra diecisiete años después convertida en un marinero de ley que sabía agarrarse a trompadas, manejar un barco, maldecir como nadie y escupir tabaco con precisión milimétrica entre un montón de otras costumbres y vicios que los marineros adquieren en el mar.
La novela se llama "Mi cuna, el mar, la odisea de una goleta del siglo XIX", y no tiene nada que envidiarle a los grandes maestros de las historias de mar. De hecho su escritura -tan vívida y precisa- me produjo sensaciones similares a la lectura de relatos de Jack London, en el sentido de que cuando London dice "hace frío" a uno le da un escalofrío. Jean Lowell -que hasta donde pude averiguar nunca escribió nada más- ofrece un relato autobiográfico de un realismo crudo y fantástico a la vez, si algo así puede existir. En el vuelca todos los acontecimientos dignos de mención que le ocurrieron en esos diecisisete años viviendo una vida austera y peligrosa entre hombres rudos de todas las latitudes del mundo. Alegrías, travesuras, peligro de muerte, el descubrimiento del sexo y la amistad, el contacto con aborígines, peleas, un sin fin de detalles exquisitamente narrados van hilando las peripecias que atravesó la muchacha que surcó los mares del sur a bordo de una goleta en el siglo XIX.
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17/9/08
La novela
El hecho policial fue horroroso: una familia masacrada, sin piedad y sin motivo. Sobre esa historia, alguien escribió una novela tan siniestra como los hechos mismos. La novela tuvo gran éxito, por lo cual fue tomada como fluctuante base de una película de Hollywood. Para alegría de sus productores, el filme resultó más espantoso que el texto original. Pasados algunos años, cuando ya el público comenzaba a olvidarse del horror, otros cineastas elaboraron una remake en que, con el pretexto de la verdad histórica, se rehacía el proceso de creación de la novela primera y todo lo que ella contenía. El público acogió esta versión remozada con renovado interés. Ahora se está pensando en filmar otra película -la tercera- para recrear el proceso que llevó a construir la segunda, más siniestra que la primera y mucho más espantosa que la novela que dio comienzo a todo el ciclo.
Finalmente la nave pudo aterrizar otra vez en el blog; allá afuera te puede tragar un agujero negro y no sabés cuándo vas a volver. En fin, acá estoy otra vez con "La novela". Hace unos días en una feria de libros encontré uno que se llama "Los cuatro elementos", microrrelatos de David Lagmanovich (1927). No conocía al autor, que resultó ser argentino y que vive en la provincia de Tucumán. Obviamente no está entre los escritores que se matan a rasguñazos para aparecer en los suplementos culturales, pero me gustó mucho. Escribe poesía, ensayos y microrrelatos. Dentro de este último género tiene publicado los libros "La hormiga escritora" (2004), "Casi el silencio" (2005) y "Menos de cien" (2007). "Los cuatro elementos" también es de 2007 y es su primer libro publicado en España. Acá hay otros microrrelatos suyos.
David Lagmanovich escritor argentino microrrelato cuento
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6/9/08
Breve ensayo sobre el ómnibus
El ómnibus es el vermouth de la muerte; es una coctelera de cuyo zarandeo nace un copetín democrático.
Cajita de sorpresas, no se sabe si el asombro vendrá de los cristales epilépticos, del escape insecticida y de los muelles traidores que ocultan su tirabuzón debajo del asiento.
El "chauffeur" es un Caronte con camiseta de punto, y, en verdad, nos sentimos infernales y ridículos, como si estuviésemos alineados en una exposición de caricaturas.
El ómnibus es la tragedia con patente municipal: cuando no consigue matar a nadie, atropella al silencio de las callejuelas ante la expectativa de los adoquines.
Todos los guardas creen que el ómnibus ha sido inventado para que ellos escupan desde la plataforma.
El ómnibus ha revolucionado las matemáticas, demostrando que "puede ser mayor el contenido que el continente".
Dante hubiera creado el círculo del ómnibus para castigar el pecado de trabajar (Trabajar: verbo impracticable de la primera conjugación).
Las ventanillas del ómnibus son muy caprichosas: no acaban nunca de elegir el paisaje.
Hay una vieja hostilidad de los adoquines hacia las llantas de goma; cuando estalla, se produce una carambola entre los adoquines, las ruedas y el equilibrio de los pasajeros.
En el ómnibus todas las mujeres púdicas se arreglan la falda para mostrar las piernas.
El ómnibus aborrece la raya del pantalón y los botines lustrados.
Pequeñas satisfacciones del ómnibus:
a) cuando se descompone media cuadra antes de nuestro destino; b) cuando, poseedores de un asiento horrible, se lo cedemos a la conocida que acaba de subir; c) cuando arranca antes de que suba el señor gordo; d) cuando dicho señor gordo inicia una inútil y ridícula persecución; e) cuando la vecina del pasillo se rompe la gravedad.
Sin embargo, debemos al ómnibus el sentido moderno de la aventura: 1) porque, iniciado el viaje, no sabemos cómo ni dónde terminará; 2) porque nos decoran vagos sentimientos de catástrofes; 3) porque nos ofrece la ocasión de figurar en las crónicas de policía, dulce anhelo que todos hemos acariciado alguna vez.
El ómnibus ha creado el heroísmo de hoy. Junto a sus episodios, los cantos de Homero resultan vulgares recetas de cocina.
¡Glorifiquemos al ómnibus! ¡Aquí, poetas; aquí concejales del municipio!
Hay que levantarle un monumento a esa olla del cosmopolitismo nacional: el marmolero Zonza Briano podría encargarse de la obra.
En 1925 la revista argentina Martín Fierro publicó este ensayo irónico humorístico del joven poeta Leopoldo Marechal (1900-1970). En ese entonces, el futuro creador de "Heptamerón" y de la novela "Adán Buenos Aires" contaba con 25 años. Antes que nada Marechal fue un poeta comprometido estética y políticamente con su tiempo. Su adhesión al peronismo le valió la marginación del establishmen literario hasta el día de su muerte. Para felicidad de todos nosotros, Julio Cortázar fue uno de los escritores que lo sacó de la oscuridad y supo darle el lugar que se merecía dentro del nido de víboras literario. Gracias a eso podemos disfrutar de las geniales novelas "El banquete de Severo Arcángelo" (1965) y "Megafón o la Guerra", publicada en 1970 un mes después de su muerte. "Adán Buenos Aires", su creación más genial, es de 1948. Esta es una excelente página sobre Leopoldo Marechal. Hay de todo: cronología de su vida y su obra; ensayos y artículos sobre su obra; y hasta se pueden descargar sus trabajos y escuchar un poema recitado por él mismo. Para el que no lo conoce, es una buena manera de empezar a hacerlo.
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3/9/08
Pez soluble
En aquellos tiempos, no se hablaba más, en los alrededores de la plaza de la Bastilla, que de una enorme avispa que por la mañana bajaba por el boulevar Richard-Lenoir, cantando a voz en grito, y planteaba enigmas a los niños. La pequeña esfinge había ya producido bastantes víctimas, cuando, al salir yo del café en cuyo frontis se creyó oportuno hacer figurar un cañón, pese a que la Cárcel que se levantaba en este sitio pueda ser considerada actualmente como una construcción legendaria, me encontré con la avispa de talle de mujer bonita, quien me preguntó el camino que debía seguir.
"Por Dios, preciosa, le dije, no soy yo quien debe cuidar de ti. La pizarra del cielo acaba de ser borrada, y tú sabes muy bien que los milagros solamente ocurren en plena estación. Regresa a tu casa, vives en el tercer piso de un inmueble de digna apariencia, y, aun cuando tus ventanas se abren al patio interior, quizá encuentres el modo de no molestarme más."
El zumbido del insecto, insoportable como una congestión pulmonar, ahogaba en aquel instante el ruido de los tranvías cuyo trole era una libélula. La avispa, después de haberme mirado fijamente, con la finalidad, sin la menor duda, de dar muestras de su irónica sorpresa, se me acercó y me dijo al oído: "Volveré".
En 1924, año en que Andrés Bretón (1896-1966) redactó el Primer Manifiesto del Surrealismo, escribió también "Pez Soluble", novela surrealista de dónde saqué este fragmento. El Movimiento que encabezó Bretón, y del que participaron, entre muchos otros, Antonin Artaud, Salvador Dalí, Marcel Duchamp, Max Erns, Paul Eluard, Benjamin Péret, Pablo Picasso, Cesar Moro, propiciaba superar la lógica y la razón liberando la imaginación a sus impulsos creativos. La conmoción que provocó el surrealismo en los cimientos del arte, abarcó todas las disciplinas y perdura aún en la actualidad. Al que le interese, acá puede leer algo más acerca del surrealismo y acá una breve reseña biográfica de Andrés Bretón y algunos poemas.
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31/8/08
Aptitud y vocación
Sufrimos también aquellos que por falta de vocación contrariamos una aptitud natural. Los dedos de mis pies, por ejemplo, tienen el mal hábito del geotropismo, y persisten en crecer hacia abajo, adelgazados sus extremos, hundiéndose al menor descuido. El peligro de echar raíces me obliga a permanecer siempre en movimiento, a preferir las caminatas o las carreras sobre el asfalto, a evitar por sobre todas las cosas pisar la tierra húmeda, a dormir boca arriba no más de un par de horas seguidas, aun a riesgo de que tanto ajetreo me haga caer las hojas antes de tiempo y malogre mis frutos, ya de por sí escasos y esmirriados.
La argentina Ana María Shua (1951) es la autora de este cuento. Escribió novelas -algunas de las cuales fueron llevadas al cine-, cuentos y microrrelatos. De estos últimos tiene cuatro libros publicados. "Aptitud y vocación" pertenece a "Botánica del Caos". También publicó numerosos libros de literatura infantil y juvenil. Esta es su página personal, van a encontrar su biografía, bibliografía y breves reseñas de sus libros.
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29/8/08
Moby Dick
Cuando me ven somnoliento
como el brillo nocturno de las lámparas
sobre las bolas de billar
ignoran que en realidad
sólo estoy usando los disfraces de Holmes
para poder cazar a la ballena blanca que me acosa
que se deja entrever (oír) en los violines
que me lanza su aliento desde las columnas de los diarios
que se ha empeñado en medir nuestras fuerzas
y un poco después del Ecuador
se refleja sobre la Cruz del Sur
o en el perfume de las azafatas
que repta en los pasillos de los boeing
Es como un juego
ella deja sus marcas las señas de su paso
en un modo de andar en un acento
en esta ligadura en las muñecas
en el estricto horario que cumplo cada día
Tal vez ella lo sabe
tarde o temprano su cuero va a crujir igual que un cucurucho
¿qué voy a hacer entonces con mi vida?
Este poema es del argentino Horacio Salas (1938), poeta, ensayista, periodista, historiador. Es una voz singular dentro del ámbito de la poesía argentina. En sus textos se mezclan el tango, la historia y personajes de la literatura de ficción y el comic con la política, el amor, la vida cotidiana. Publicó más de cuarenta libros hasta la fecha: en poesía: El tiempo insuficiente; La soledad en pedazos; El caudillo; Memoria del tiempo; La corrupción; Mate pastor; Gajes del oficio; Cuestiones personales; El otro. Son famosos sus ensayos: El tango; Borges, una biografía; Homero Manzi y su tiempo.
Este poema pertenece a Cuestiones personales. Acá hay un extenso ensayo del poeta Esteban Moore que recorre la historia poética de Horacio Salas.
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26/8/08
La manera de estar vivo
-La manera de estar vivo es lo que importa - dijo a la muchacha -, como siempre he sostenido.
Bebió un poco más de whisky.
-¿Te estoy aburriendo? - le preguntó.
-Ya sabés que no - dijo la joven.
-No pareces prestar mucha atención a lo que digo - afirmó.
-Te escucho - dijo la muchacha.
-Perfectamente - dijo el hombre -. Eso es diferente. Como te decía, la manera de estar vivo es lo que importa, como he dicho siempre.
Apuró el whisky y llamó al camarero.
-Dos más - indicó.
Parecía tranquilo, alegre, feliz, pero al mismo tiempo inquieto, enfadado y triste.
-Esta es la manera de estar vivo - afirmó -. Lo he dicho siempre.
La muchacha no dijo nada, porque empezaba a temer que volviera a emborracharse y que de nuevo tuviera que tomarse el trabajo de llevarle hasta su casa, cuando ella también estuviera un poco bebida. Si dijese algo, su acompañante comprendería la alarma que sentía la muchacha y procuraría mostrarse amable, aunque se emborrachase y hablase en voz alta.
-Mi corazón ha variado mucho - dijo repentinamente el hombre -. Lo siento, pero ya no estoy enamorado de ti.
La muchacha le agradeció la sinceridad con que se expresaba, aunque se sintió profundamente herida y por un instante tuvo intensiones de levantarse sin hablar una sola palabra y marcharse para no volverle a ver jamás; pero de pronto supo que no podría hacerlo.
Era una cosa que no podría hacer nunca.
"Un artista veloz de la máquina de escribir", así describió una vez un crítico a William Saroyan (1908-1981). Se refería al modo de escribir del escritor estadounidense de origen armenio, que utilizaba una manera espontánea, casi automática en sus escritos. Toda su obra es autorreferencial y autobiográfica. Solía decir Saroyan: "O te acuerdas de algo o te lo inventas, viene a ser lo mismo". Escribió innumerables obras de teatro, ensayos, novelas y cuentos. Sus cuentos, según mi criterio, son increíbles. Y son realistas. Saroyan escribió sobre su infancia con una mezcla de Hemingway y de Mark Twain, reflejando los años de la Gran Depresión en California. También escribió sobre muchos otros temas, pero siempre de la manera que lo expresa el cuento que hoy les dejo: escondiendo detrás de las circunstancias cotidianas y aparentemente intrascendentes un contundente cachetazo existencial.
William Saroyan cuento breve escritor
23/8/08
Sueño de Francisco de Goya y Lucientes, pintor y visionario
La noche del primero de mayo de 1820, mientras su intermitente locura lo visitaba, Francisco de Goya y Lucientes, pintor y visionario, tuvo un sueño.
Soñó que estaba con su amante de juventud bajo un árbol. Era la austera campiña de Aragón y el sol estaba en lo alto. Su amante estaba sentada en un columpio y él la empujaba por la cintura. Su amante llevaba un pequeño parasol de encaje y reía con risas breves y nerviosas. Después su amante se dejó caer y él la siguió, rodando por el prado. Se deslizaron por la pendiente de la colina hasta que llegaron a un muro amarillo. Se asomaron por encima del muro y vieron a unos soldados, iluminados por un farol, que estaban fusilando a un grupo de hombres. El farol era una incongruencia en aquel paisaje soleado, pero iluminaba lívidamente la escena. Los soldados dispararon y los hombres cayeron, cubriendo los charcos de su propia sangre. Entonces Francisco de Goya y Lucientes sacó el pincel de pintor que llevaba en el cinturón y avanzó blandiéndolo amenazadoramente. Los soldados, como por encanto, desaparecieron, asustados ante aquella visión. Y en su lugar apareció un gigante horrendo que devoraba una pierna humana. Tenía el pelo sucio y el rostro lívido, dos hilos de sangre se deslizaban por la comisura de su boca, sus ojos estaban velados, pero se reía.
¿Quién eres?, le preguntó Francisco de Goya y Lucientes.
El gigante se limpió la boca y dijo: Soy el monstruo que domina a la humanidad, la Historia es mi madre.
Francisco de Goya y Lucientes dio un paso y blandió su pincel. El monstruo desapareció y en su lugar apareció una vieja. Era una bruja sin dientes, con la piel apergaminada y los ojos amarillos.
¿Quién eres?, le preguntó Francisco de Goya y Lucientes.
Soy la desilusión, dijo la vieja, y domino el mundo, porque todo sueño humano es un sueño breve. Francisco de Goya y Lucientes dio un paso y blandió su pincel. La vieja desapareció y en su lugar apareció un perro. Era un pequeño perro sepultado en la arena, de la que sólo sobresalía la cabeza.
¿Quién eres?, le preguntó Francisco de Goya y Lucientes.
El perro alzó el cuello y dijo: Soy la bestia de la desesperación y me burlo de tus penas.
Francisco de Goya y Lucientes dio un paso y blandió su pincel. El perro desapareció y en su lugar apareció un hombre. Era un viejo grueso, con el rostro hinchado e infeliz.
¿Quién eres?, le preguntó Francisco de Goya y Lucientes.
El hombre esbozó una sonrisa cansada y dijo: Soy Francisco de Goya y Lucientes, contra mí no podrás hacer nada.
En aquel momento Francisco de Goya y Lucientes se despertó y se encontró solo en su cama.
Antonio Tabucchi, el autor de este cuento, es italiano y está vivo. El texto pertenece al libro "Sueños de sueños", pequeña y exquisita obra en la que el autor recrea de manera trágica y fantástica circunstancias de la vida de hombres como Dédalo, Lucio Apuleyo, Rabelais, Coleridge, Stevenson, Rimbaud, Pessoa, Lorca, Freud y algunos otros.
También es autor de los libros "Nocturno Hindú", "Dama de Porto Pim", "Réquiem" y "Sostiene Pereira", su obra más famosa. Si les interesa saber un poco más sobre Antonio Tabucchi les dejo esta entrevista y esta otra; y también este texto de mano del propio autor que creo resume su visión de la literatura.
Antonio Tabucchi cuento breve literatura escritor italiano
20/8/08
En el insomnio
El hombre se acuesta temprano. No puede conciliar el sueño. Da vueltas, como es lógico, en la cama. Se enreda entre las sábanas. Enciende un cigarrillo. Lee un poco. Vuelve a apagar la luz. Pero no puede dormir. A las tres de la madrugada se levanta. Despierta al amigo de al lado y le confía que no puede dormir. Le pide consejo. El amigo le aconseja que haga un pequeño paseo a fin de cansarse un poco. Que en seguida tome una taza de tilo y que apague la luz. Hace todo esto pero no logra dormir. Se vuelve a levantar. Esta vez acude al médico. Como siempre sucede, el médico habla mucho pero el hombre no se duerme. A las seis de la mañana carga un revólver y se levanta la tapa de los sesos. El hombre está muerto pero no ha podido quedarse dormido. El insomnio es una cosa muy persistente.
Virgilio Piñera (1912-1979), el autor de este cueto, es cubano. Nació, vivió y murió en la pobreza; siempre escribiendo. Fue muy prolífico, sobre todo en poesía y teatro, aunque también escribió cuentos, novelas y ensayos. Al término de su vida había conseguido un lugar entre los mejores escritores de Cuba, y su fama iba más allá de las playas de la isla. En 1946 viajó a la Argentina -donde se quedaría hasta el año siguiente- y a los pocos meses de su arribo publicó "En el insomnio" en la revista Anales de Buenos Aires, que dirigía Jorge Luis Borges. Esta pagina está dedicada al autor. Van a encontrar una completísima cronología de su vida, fotos, fragmentos de sus obras y algunas cosas más.
Virgilio Piñera cuento breve literatura escritor cubano
17/8/08
El ganso leal
Había una vez un Brahmán llamado Piadoso, en cierta ciudad. Su mujer tuvo sólo un varón y un ganso. Y como ella quería a los pequeños, cuidaba del ganso como a un hijo, dándole la leche de su pecho, ungüentos y baños, etc. Pero ella no tenía confianza en él, pues pensaba: "un ganso es una clase de criatura muy desagradable. Podría dañar a mi hijo."
Un día guardó a su hijito en la cama, tomó un jarrón de agua y dijo a su marido. Profesor, voy en busca de agua. Cuídame al niño del ganso.
Pero cuando acabó de salir, el Brahmán se fue a alguna parte a pedir alimentos, dejando la casa sola.
Apenas salió, una víbora negra salió de su cueva, y como el destino lo quiso, se arrastró hacia la cama del niñito. Pero el ganso, sintiendo que era un enemigo natural, y temiendo por la vida de su hermano-bebé, se arrojó sobre la serpiente a medio camino. Luchó con ella, la deshizo a mordiscos y tiró los pedazos alrededor. Después, encantado de su propio heroísmo, corría, chorreando sangre de su boca, al encuentro de la madre; pues deseaba mostrarle lo que había hecho.
Pero, cuando la madre le vio venir, con su boca ensangrentada y su excitación, temió que el villano hubiese comido a su hijo-bebé y, sin pensarlo dos veces, pegó con el jarrón sobre él, produciéndole la muerte instantánea. Allí lo dejó, sin pensar más en él, y corrió a casa, donde encontró al bebé sano y salvo, y cerca de la cuna, una gran víbora negra, desgarrada en pedazos. Entonces, oprimida por la pena, porque había muerto al bienhechor de su hijo, se golpeó la cabeza y el pecho.
En ese instante llegó el Brahmán a casa, con una fuente de puré de arroz que había obtenido de alguien en su camino al pedir limosna, y vio a su mujer lamentándose amargamente por su hijo, el ganso:
-¡Goloso! ¡Goloso! -gritó-. ¿Por qué no hiciste como yo te dije? Probarás ahora la amargura de la muerte de un hijo, fruto del árbol de tu propia perversidad. Sí, eso pasa a los que son ciegos por su gula.
"El ganso leal" es una de las 87 narraciones que conforman el "Panchatantra", la primera y más antigua colección de fábulas de la India. Aunque fueron escritas por un autor anónimo en el siglo II antes de Cristo, las historias se remontan a épocas más lejanas según testimonios sánscritos. Hacia la Edad Media estas fábulas fueron muy populares en Europa, al punto de que una traducción alemana fue uno de los primeros libros en pasar por la imprenta de Gutenberg en 1481. Igual que otro maravilloso libro de origen hindú -Las Mil y Una Noches- el "Panchatantra" tiene un marco que soporta la historia: un rey se encuentra desesperado porque tiene dos hijos estúpidos. Decide contratar a un Brahmán para que les enseñe el niti, la sabiduría del trato con la humanidad. El Brahmán se compromete a cumplir el deseo del rey en seis meses y empieza con las clases sobre la naturaleza humana mediante fábulas, que se van entrelazando ingeniosamente unas con otras hasta completar la historia.
Lo saqué del ensayo "Sabiduría Hindú", de Lin Yutang.
Lin Yutang fábula india hindú
14/8/08
Flor negra
Siete pozos y siete noches de las más largas se unieron para que naciera. Y mil hormigas dieron la vida para que tuviera su color y su barnizado. Parece un clavel rizadísimo y mide un palmo. Se abre durante setenta noches-noches: las más ocuras, las más quietas, las más muertas. La buscan a tientas para hacer con ella el ungüento que hace sufrir. Este ungüento se pone detrás de las orejas, entre los dedos de los pies, en la parte interior del muslo izquierdo... Frota fuerte y duerme tranquilo que el mal se va fabricando solo. Al cabo de dos días y dos noches te despiertas con una pena tan grande que no te deja respirar. Una hermosa pena para poderte creer importante; una pena de piedra y de sal, una pena amarga de hígado y de entraña profunda, una pena fuertemente agarrada al cuello como un clavo clavado con martillo, una pena de diez mil kilómetros; una pena que te mata el pobre corazón y que detiene allí la sangre para que se pudra. Una pena que, como las penas mayores, no se puede explicar. No la dejes escapar; si esta pena se fuera, volverías a no ser nadie.
Bueno, luego de esta breve ausencia, acá estoy de nuevo. Para hacerla corta, voy a decir que lanaveimaginaria fue absorbida por un agujero negro y arrastrada a otros tiempos y otros espacios. En este lapso descubrí mundos nuevos, llenos de magia y fantasía como el de Mercè Rodoreda (1908-1983), que aquí les dejo. Flor negra pertenece al libro "Viajes y Flores", de 1980. Acá van a encontrar una buena página con datos sobre la autora catalana.
24/6/08
Ecosistema
El día de mi cumpleaños, mi sobrina me regaló un bonsai y un libro de instrucciones para cuidarlo. Coloqué el bonsai en la galería, con los demás tiestos, y conseguí que floreciese. En otoño aparecieron entre la tierra unos diminutos insectos blancos, pero no parecían perjudicar al bonsai. En primavera, una mañana, a la hora de regar, me pareció vislumbrar algo que revoloteaba entre las hojitas. Con paciencia y una lupa, acabé descubriendo que se trataba de un pájaro minúsculo. En poco tiempo el bonsai se llenó de pájaros que se alimentaban de los insectos. A finales de verano, escondida entre las raíces del bonsai, encontré una mujercita desnuda. Espiándola con sigilo, supe que comía los huevos de los nidos. Ahora vivo con ella, y hemos ideado el modo de cazar a los pájaros. Al parecer, nadie en casa sabe dónde estoy. Mi sobrina, muy triste por mi ausencia, cuida mis plantas como un homenaje al desaparecido. En uno de los otros tiestos, a lo lejos, hoy me ha parecido ver la figura de un mamut.
José María Merino es el autor de este cuento. Es español y un excelente cuentista. Nació en 1941 en La Coruña. Acá hay otros cuentos breves y acá una extensa reseña que le va a venir bien a quien no conozca al autor y quiera ver por dónde va su estilo.
19/6/08
Greguerías I
El amor nace del deseo repentino de hacer eterno lo pasajero.
Al caer la estrella se le corre un punto a la media de la noche.
Ramón Gomez de la Serna (1888-1963) vivió exclusivamente para la literatura. Escribió poemas, cuentos, novelas, ensayos y biografías; fue periodista. Desde 1936 hasta su muerte vivió en la ciudad de Buenos Aires. Su máximo logro creativo fue inventar el género greguería. La greguería se obtiene de mezclar reflexión intelectual y observación profunda de la realidad. Es un ejercicio imaginativo que, como advierte el Propio Gómez de la Serna, debe contar con dos elementos básicos: humor y metáfora. Acá y acá les dejo dos páginas excelentes dedicadas al estudio y divulgación de la vida y obra del gran Ramón Gómez de la Serna.
16/6/08
A la sombra de mi sombra
A la sombra de mi sombra
me estoy haciendo un sombrero,
sombrero de largas pajas que he recogido del suelo.
Lo haré con el ala ancha
que casi llegue hasta el cielo,
“pa” muchas veces no ver
las cosas que ver no quiero.
No quiero ver injusticias ni miserias.
No quiero ver militares ni princesas.
No quiero ver dictaduras ni pobrezas.
No quiero ver religiones ricas ni reinas.
Que sólo quiero yo ver a los pobres sin miserias,
a los ricos sin dinero desnudos en esta tierra,
a infinitos corazones
unido por el amor y unidos contra la guerra.
me estoy haciendo un sombrero,
pero voy a dejar de hacerlo
para luchar con dos “güevos”.
Luego de estos días de ausencia vengo con un poema de Manolo Chinato. Poeta español más conocido en el mundo del rock que en el de la literatura. Un verdadero marginal rescatado por el grupo español Extremoduro, a quién acompaña como telonero de sus conciertos. Se hizo conocido por el disco "Poesía Básica" de Extrechinato y Tu, grabado conjuntamente con algunos integrantes de los grupos Extremoduro y Platero y Tu. Si leen este artículo y este otro podrán hacerse una idea de quién es Manolo Chinato. Y acá hay información sobre el proyecto musical Extrechinato y Tu. Pero sobre todo les sugiero que escuchen uno de sus recitales en Youtube.
5/6/08
Bomba psi
El choque de las dos polaridades, escribió inexacta pero dramaticamente un divulgador, surte un efecto similar al del bombardeo con neutrones en las bombas de fisión. El resultado es un hongo psíquico.
Para simplificar comparémoslo con una transmisión televisiva, dijo el oficial de Comunicaciones, tal vez repentinamente inspirado por la cámara que tenía delante. Hay una cámara, dijo en efecto el oficial, que capta una imagen. La imagen sale al aire en forma de ondas electomagnéticas. Las ondas son captadas por la antena y reaparecen en la pantalla como imágenes. La imagen del oficial, obedeciendo a esta explicación precaria, salió al aire, bajó por miles de antenas, reapareció sonriente en miles de televisores para pasar de la primera simplificación a la segunda. Nuestro amplificador de sueños equivale a la cámara, dijo sin convicción el oficial. Se instala en las líneas, capta ondas emitidas por los soldados dormidos. Las envía al aire. El equivalente de las antenas son los sentidos de otros seres humanos. Ven, sienten las imágenes creadas por esos sueños. El oficial abrió los ojos. No son alucinaciones, pero no tienen existencia "real", aclaró. No pueden fotografiarse, filmarse ni grabarse, añadió con voz nerviosa. No las registra el radar ni el sonar. Pero pueden causar un efecto material en las víctimas.
Este fragmento lo saqué del cuento "Escalada" de Carlos Gardini. Pertenece a su primer libro de cuentos "Cerebro animal" (1983), repleto de historias violentas e imaginativas. Gardini es el único referente argentino que goza de cierta relevancia en los ámbitos de la ciencia ficción y la fantasía. Su escritura es directa y visual. En la actualidad tiene 60 años y sigue escribiendo. Lo último que publicó es "Fábulas invernales" (2004), una serie de relatos conectados entre sí en los que aparecen humanos, vampiros, grifos, sirenas, mantícoras y una larga lista de extraños personajes. Otra gran muestra de su imaginación poderosa. Los que gustan de la ciencia ficción y la fantasía y no lo conocen pueden ver algo acerca de él y su obra acá y acá. Hasta la próxima.
2/6/08
AYYYYY
Sonó el timbre y ella fue a abrir la puerta. Era su marido.
-¡Ayyyyyyy! -gritó ella- ¡pero si vos estás muerto!
Él sonrió, entró y cerró la puerta. Se la llevó al dormitorio mientras ella seguía gritando, la puso en la cama, le sacó la ropa e hicieron el amor. Una vez. Dos veces. Tres. Una semana entera, mañana, tarde y noche haciendo el amor divina, maravillosa, estupendamente.
Sonó el timbre y ella fue a abrir la puerta. Era la vecina.
-¡Ayyyyyyy! -gritó la vecina- ¡Pero si vos estás muerta! -y se desmayó.
Ella se dio cuenta de que hacia una semana que no se levantaba de la cama para nada, ni para comer ni para ir al baño. Se dio vuelta y ahí estaba su marido, en la puerta del dormitorio:
-¿Vamos yendo, querida? -dijo y sonreía.
Como había prometido hace un tiempo, hoy les dejo un cuento de Angélica Gorodischer. Considero que, junto con Alberto Laiseca, es una de las escritoras argentinas que más imaginación demostró tener. Y tiene. Porque está viva y en 2009 cumplirá 80 años. Hace un par de meses atrás, en marzo, se editó su nueva novela "Tres colores".
"Ayyyyy" pertenece a su libro de cuentos "Menta", editado en el año 2000. Y si bien el cuento no es una rareza es algo atípico en Gorodischer la híper brevedad. Tiene, eso sí, muchos cuentos cortos, obras maestras, clases magistrales de técnica narrativa. Y tiene también novelas originales y fantásticas con personajes indelebles. El que quiera descubrir el mundo de Angélica Gorodischer encontrará acá una entrevista que revela parte de su pensamiento. Y acá, una buena cronología de su vida, su obra, más textos, video y audio de la escritora.
29/5/08
Mora
Diez bucal, veinte bucal anal, treinta completo en el coche, cuarenta completo en el hotel, cincuenta pareja en el coche.
Tengo que hacer muy rápido: bichar al tipo cómo habla, cómo mira, qué ropa tiene puesta. Si tiene el traje atrás, hace algún deporte y se cambia en la oficina: tiene plata. Si tiene celular y agenda es organizado, no es un pichi. Algunos tienen anillos con rubí o alguna piedra; a ésos les puedo pedir un poco más.
Miro que no haya alguien escondido atrás porque me pueden violar o pegar. Me pueden matar.
Preguntan: cuánto calzás, te anda, venís bien.
La transa, nunca con la cabeza adentro de la ventanilla. Un metro de distancia, las piernas en tensión y el cuerpo atento. Si acepta subo, pero antes de cerrar miro que la puerta tenga manija del lado de adentro, controlo las trabas y dónde está el encendido del auto para, cualquier cosa, revolear la llave.
¿Está dura la calle?, es lo primero que dicen cuando ya estoy arriba. Y mientras los enfilo hacia un lugar oscuro les hablo de cualquier cosa para romper el hielo. Si me gusta, le miro la mano a ver si tiene alianza. Mi sueño es casarme y dejar todo esto.
Son escapadas. Está el que viene caliente porque la noviecita le dijo que no; el que se quiere vengar de su mujer porque le gasta la plata; el estresado; el gerente que tuvo un día agotador; el que tiene que hacer tiempo; el que se le pinchó el levante; el tachero insomne; el que busca nuevas experiencias; el viejo verde; el merquero que no se le para; el camionero solitario.
Algunos traen consolador.
Tienen entre diecisiete y ochenta años.
Me tocan, me manosean, me la ponen en el culo. Me dicen que soy una diosa y me terminan chupando la pija.
Así comienza la novela que cuenta la historia de un travesti que ofrece sexo por dinero en
"Mora - Una confesión" (2003), es una novela under -eficiente y violenta- con ritmo beatnik y olor a culo. La autora es Maria Maratea y este es su blog.
27/5/08
Ni lo pienses
ahora, escuchame, cuando me muera no quiero
ningún llanto, sólo hagan un entierro decente.
he tenido una vida plena, y
si alguien tuvo un filo, fui yo.
viví 7 u 8 vidas en una, suficiente
para cualquiera.
todos somos, finalmente, lo mismo, así que sin
discursos, por favor,
a menos que quieras decir jugaba a los caballos
y era muy bueno en eso.
vos sos el próximo y quizá yo ya sepa algo
que vos
todavía no sabés.
Charles Bukowski (1920-1994) es el autor de este poema. Como se sabe nació en Adernach, Alemania, y vivió toda su viva en Los Angeles y San Pedro, en California. Con sus cuentos, novelas y poemas creó un mundo brutal poblado de seres marginales en el que muchos cometen el error de ver sólo putas, borrachos y asesinos. Si les interesa, acá pueden leer otros poemas del viejo Buk y acá ver unas fotos y un conciso resumen de su vida y su obra. Y algo más por acá.
23/5/08
Literatura
El novelista, en mangas de camisa, metió en la máquina de escribir una hoja de papel, la numeró, y se dispuso a relatar un abordaje de piratas. No conocía el mar y sin embargo iba a pintar los mares del Sur, turbulentos y misteriosos; no había tratado en su vida más que a empleados sin prestigio romántico y a vecinos pacíficos y oscuros, pero tenía que decir ahora cómo son los piratas; oía gorjear a los jilgueros de su mujer, y poblaba en esos instantes de albatros y grandes aves marinas los cielos sombríos y empavorecedores.
La lucha que sostenía con editores rapaces y con un público indiferente se le antojó el abordaje; y la miseria que amenazaba su hogar, el mar bravío. Y al escribir las olas en que se mecían cadáveres y mástiles rotos, el mísero escritor pensó en su vida sin triunfo, gobernada por fuerzas sordas y fatales, y a pesar de todo fascinante, mágica, sobrenatural.
Aquellos que se ganen la vida escribiendo van a sentir una especial simpatía por este cuento del mexicano Julio Torri (1899-1970). Acá van a encontrar datos biográficos. Y si quieren información sobre el contexto social y político de la época en la que escribió, o sobre el grupo Ateneo de la Juventud que integró Torri, métanse acá y acá.
22/5/08
Natación
He aprendido a nadar en seco. Resulta más ventajoso que hacerlo en el agua. No hay el temor a hundirse pues uno ya está en el fondo, y por la misma razón se está ahogado de antemano. También se evita que tengan que pescarnos a la luz de un farol o en la claridad deslumbrante de un día hermoso. Por último, la ausencia de agua evitará que nos hinchemos.
No voy a negar que nadar en seco tiene algo de agónico. A primera vista se pensaría en los estertores de la muerte. Sin embargo, eso tiene de distinto con ella: que al par que se agoniza uno está bien vivo, bien alerta, escuchando la música que entra por la ventana y mirando el gusano que se arrastra por el suelo.
Al principio mis amigos censuraron esta decisión. Se hurtaban a mis miradas y sollozaban en los rincones. Felizmente, ya pasó la crisis. Ahora saben que me siento cómodo nadando en seco. De vez en cuando hundo mis manos en las losas de mármol y les entrego un pececillo que atrapo en las profundidades submarinas.
Un poco de ejercicio a la imaginación no le viene mal. "Natación" es un cuento del cubano Virgilio Piñera (1912-1979). Esta es su página oficial, tiene muy buena información acerca de su vida y su obra y algunos textos. Si les interesa, acá van a encontrar más para leer. Nos vemos.
21/5/08
El diccionario del diablo
Tierra, s. Parte de la superficie del globo considerada como propiedad. La teoría de que la tierra es un bien sujeto a pertenencia privada constituye el fundamento de la sociedad moderna, y es digna de esa sociedad. Llevada a sus consecuencias lógicas, significa que algunos tienen el derecho de impedir que otros existan, puesto que el derecho a tener involucra el derecho de ocupar con exclusividad, y en realidad siempre que se reconoce la propiedad de la tierra se dictan leyes contra los intrusos. Se deduce que si toda la superficie del planeta es poseída por A, B y C, no habrá lugar para que nazcan D, E, F y G.
Reverencia, s. Actitud espiritual de un hombre frente a un dios, y de un perro frente a un hombre.
Rezar, v.i. Pedir que las leyes del universo sean abolidas en beneficio de un solo peticionante, declaradamente indigno.
Pasado, s. Pequeña fracción de la eternidad de la que tenemos un ligero y penoso conocimiento. Una línea móvil llamada Presente lo separa de un período ficticio llamado Futuro. Estas dos grandes porciones de
El Pasado es la región de los gemidos, el Futuro, el dominio del canto. En uno se acurruca
Como había prometido hace un tiempo atrás, les dejo un ejemplo más de la implacable pluma de Ambrose Bierce. Estas son algunas definiciones sacadas de su obra "El diccionario del diablo", que el autor fue publicando, esporádica y originalmente, en un semanario durante 1881 y 1906. La primera versión en libro que recopiló todos los escritos data de 1911 y se llamó entonces -antes de ser cambiado por sugerencia de los editores- "El vocabulario del cínico".
18/5/08
Continuidad de la creación
Una catástrofe que sumiera a la humanidad en la miseria y en la ignorancia transmutaría el valor de todas las obras de arte, aniquilaría las riquezas de Leonardo, de los diálogos platónicos: nadie puede ver en una novela, en un cuadro, en un sistema de filosofía, más inteligencia, más matices de espíritu que los que él mismo tiene.
Pero aun sin catástrofe, la humanidad cambia constantemente y, con ella, las creaciones del pasado y los personajes históricos: el presente engendra el pasado; el Cervantes que escribió el Quijote no es el mismo que el Cervantes de hoy; aquél era aventurero, lleno de vida y despreocupado humor; el de hoy es académico, envejecido, escolar, antológico. Lo mismo pasa con Don Quijote, oscilando entre la ridiculez y la sublimidad, según la época, la edad de los lectores y su talento. No hay tal abismo entre la realidad y la ficción. Hoy es tan real —o tan ficticio— Cervantes como Don Quijote. Al fin de cuentas, nosotros no hemos conocido a ninguno de los dos y no nos consta su existencia o inexistencia efectiva, de carne y hueso; de ambos tenemos una noticia literaria, llena de creencias y suposiciones. En rigor, Don Quijote es menos ficticio, porque su historia está relatada en un libro, en forma coherente, lo que no sucede con la historia de Cervantes.
Este texto de es Ernesto Sábato, escritor argentino popular y polémico. Pertenece a su primer libro de ensayos "Uno y el Universo", publicado en 1945.
En la actualidad, Sábato tiene 97 años y vive recluido en su casa de Santos Lugares, en la provincia de Buenos Aires. Si alguién quiere saber más acerca del escritor, acá hay muy buena información.
12/5/08
8/5/08
La flor del castaño
Se supone, yo no lo afirmaría, pero algunos eruditos nos lo aseguran, que la flor del castaño posee efectivamente el mismo olor que ese prolífico semen que la naturaleza tuvo a bien colocar en los testículos del hombre para la reproducción de sus semejantes.
Una tierna damisela, de unos quince años de edad, que jamás había salido de la casa paterna, se paseaba un día con su madre y con un presumido clérigo por la alameda de castaños, que con la fragancia de sus flores embalsamaban el aire con el sospechoso aroma que acabamos de tomarnos la libertad de mencionar.
-¡Oh! Dios mío, mamá, ese extraño olor -dice la jovencita a su madre sin darse cuenta de dónde procedía-. ¿Lo hueles, mamá? Es un olor que conozco.
-Cállate, hija, no digas esas cosas, te lo ruego.
-¿Y por qué no, mamá? No veo que haya nada de malo en decirte que ese olor no me resulta desconocido y de eso ya no me cabe la menor duda.
-Pero, hija...
-Pero, mamá, te repito que lo conozco. Padre, le ruego que me diga qué mal hago en asegurarle a mamá que conozco ese olor.
-Señorita -responde el eclesiástico, acariciándose la papada y aflautando la voz-, no es que haya hecho ningún mal exactamente; pero es que aquí nos hallamos bajo unos castaños y nosotros los naturalistas admitimos, en botánica, que la flor del castaño...
-¿Que la flor del castaño...?
-Pues bien, señorita, que huele como cuando se practica el amor carnal, y se supone que usted no conoce eso.
5/5/08
Noticia
Un monseñor camina por cierto campo. Ha leído sobre objetos raros en el cielo. Se topa bruscamente con un desconocido. En la noche no puede verle el rostro. No siente miedo porque está en uno de esos momentos tan raros del alma humana. Tan distraído va que le dice lo primero que le viene a la cabeza: “Yo no soy un habitante de otro planeta”. El otro contesta: “Yo tampoco”.
Este fragmento -que por sí solo tiene características de microrelato- lo saqué de la novela “Los Sorias”, del escritor Alberto Laiseca. Es una noticia publicada en uno de los extraños diarios que se editan en Monitoria, la ciudad capital de Tecnocracia, nación donde se desarrolla la ficción.Laiseca es uno más de los grandes marginados de la literatura argentina. Es dueño de una imaginación sin igual y autor de poemas, cuentos y novelas exquisitas, fantásticas, crueles y delirantes. Su obra máxima es, precisamente, “Los Sorias”, monumental novela de más de 1.300 páginas donde el poder creativo del autor llega a un nivel superlativo.
30/4/08
Haikus de invierno
Ruido
de cascada cayendo
en el mar en la noche
de invierno
Kyokusui
La tormenta de invierno
se vierte en el ruido
del mar
Gonsui
La ráfaga no quiere
que el chaparrón
llegue hasta el suelo
Kyorai
Llueve y llueve,
hasta que los rastrojos
quedan negros
Bashô
En los bambúes
entra la tarde,
entra la lluvia fría
Seisei
Baya,
clavija roja
sobre la escarcha
Shiki
No hay cielo ni tierra
sólo nieve
que cae eternamente
Hashin
Finalmente acá estoy otra vez con los haikus. Para este post seleccioné -tal vez influenciado por el frío que comienza a hacer por estas latitudes- varias composiciones que hacen referencia a la naturaleza, a la intemperie y, sobre todo, al invierno. En su forma tradicional, el haiku debe incluir obligatoriamente lo que se denomina “kigo” o palabra de estación: así, tenemos haikus de verano, de otoño, de primavera y de invierno. Se los reconoce porque el poema incorpora palabras que hacen referencia a flores, aves, insectos, rasgos paisajísticos y fenómenos naturales propios de cada estación.
Yo estoy utilizando las versiones del poeta argentino Alberto Silva quien, junto con un equipo de colaboradores de
26/4/08
El Chef
Durante tres años vivió debajo del Manhattan Bridge, en una covacha al borde del terraplén sobre el río, y solía pasar buena parte de sus noches mirando por un ventanuco la telaraña de luces del vasto y ruidoso puente tendido sobre el East River, los faros de los automóviles que iban y venían. Cuando estaba decaído o perezoso, se alimentaba con los desperdicios de comida que encontraba en los basureros de los restaurantes de Chinatown y Little Italy, por donde deambulaba por las tardes y al amanecer. Cuando se sentía más emprendedor, atraía mirlos o una especie de codorniz que a veces, durante el invierno, venían a refugiarse en los parques de la ciudad. Los mirlos eran fáciles de atrapar, con cebo de miga de pan y cuerda de pescar. También los cazaba con una cerbatana de aluminio, que él mismo fabricó con los restos de una vieja antena de televisión, armada de dardos hechos con los restos de agujas hipodérmicas, las que solía cargar con pequeñas dosis de veneno o sedante obtenidos en los vertederos de Beth Israel o el Bellevue, los grandes hospitales. Las codornices requerían más paciencia e ingenio. Para ellas construía trampas con cajas de plástico, elásticos usados y varillas de madera o de metal. Sea como fuere, si tenía un poco de suerte, volvía a su covacha bajo el puente con sus presas y hacía una pequeña fogata para cocinar.
Le llamaban el Chef porque sabía preparar varias salsas, y era enormemente popular por los pequeños banquetes que celebraba. Entre sus visitantes se encontraban las chicas vagabundas más atractivas, y uno que otro chico dispuestos a todo por un buen manjar.
Celoso porque su compañera iba a cenar con el Chef muy a menudo, un malhumorado vagabundo a quien llamaban Kentucky Matt, le partió el cráneo al Chef con un madero una mañana mientras dormía. (Dormía cobijado con cartones, porque era pleno invierno, y parece que, para ahogar los ruidos del tránsito del puente, se había acostado con su walkman y escuchaba, cuando fue muerto, una fuga de Bach).
La chica denunció el crimen, pero Kentucky Matt no fue capturado. Huyó de la ciudad -dicen- como polizón en un vagón de ferrocarril.
A Rodrigo Rey Rosa lo descubrí hace unos pocos años con "Ningún lugar sagrado", libro de cuentos y relatos de donde saqué este que les dejo. El libro cuenta nueve historias -narradas cada una con distintas estructuras y recursos diferentes- ambientadas en Nueva York, ciudad en la que vivió el autor algunos años. También vivió en Marruecos.
La marginalidad, las drogras y la locura de la metrópolis encuentran en su escritura un original espejo en el cual reflejarse. Nació en Guatemala en 1958 y, para suerte nuestra, aún sigue escribiendo.
23/4/08
Sueño infinito de Pao Yu
Pao Yu soñó que estaba en un jardín idéntico al de su casa. ¿Será posible, dijo, que haya un jardín idéntico al mío?
Se le acercaron unas doncellas. Pao Yu se dijo atónito: ¿Alguien tendrá doncellas iguales a Hsi-Yen, a Pin-Erh y a todas las de la casa? Una de las doncellas exclamó: "Ahí está Pao Yu. ¿Cómo habrá llegado hasta aquí?" Pao Yu pensó que lo habían reconocido. Se adelantó y les dijo: "Estaba caminando; por casualidad llegué hasta aquí. Caminemos un poco." Las doncellas se rieron. "¡Qué desatino! Te confundimos con Pao Yu, nuestro amo, pero no eres tan gallardo como él." Eran doncellas de otro Pao Yu. "Queridas hermanas -les dijo-, yo soy Pao Yu. ¿Quién es vuestro amo?" "Es Pao Yu", contestaron. "Sus padres le dieron ese nombre, que está compuesto de los dos caracteres Pao (precioso) y Yu (jade), para que su vida fuera larga y feliz. ¿Quién eres tu para usurpar ese nombre?" Se fueron, riéndose.
Pao Yu quedó abatido. "Nunca me han tratado tan mal. ¿Por qué me aborrecerán estas doncellas? ¿Habrá, de veras, otro Pao Yu? Tengo que averiguarlo." Trabajado por esos pensamientos, llegó a un patio que le pareció extrañamente familiar. Subió la escalera y entró en su cuarto. Vio a un joven acostado; al lado de la cama reían y hacían labores unas muchachas. El joven suspiraba. Una de las doncellas le dijo: "¿Qué sueñas, Pao Yu, estás afligido?" "Tuve un sueño muy raro. Soñé que estaba en un jardín y que ustedes no me reconocieron y me dejaron solo. Las seguí hasta la casa y me encontré con otro Pao Yu durmiendo en mi cama." Al oír este diálogo Pao Yu no pudo contenerse y exclamó: "Vine en busca de un Pao Yu; eres tú." El joven se levantó y lo abrazó, gritando: "No era un sueño, tú eres Pao Yu." Una voz llamó desde el jardín: "¡Pao Yu!" Los dos Pao Yu temblaron. El soñado se fue; el otro le decía: "¡Vuelve pronto, Pao Yu!" Pao Yu se despertó. Su doncella Hsi-Yen le preguntó: "¿Qué sueñas, Pao Yu, estás afligido?" "Tuve un sueño muy raro. Soñé que estaba en un jardín y que ustedes no me reconocieron..."
A este fragmento lo saqué de la misma antología de la que salió este cuento. Pertenece a la novela "Sueño del aposento rojo", del chino Tsao Hsue-Kin (1719-1764). Si a alguien le interesa, acá hay un comentario de Jorge Luis Borges al respecto.
20/4/08
La máquina voladora
Un hombre ingenioso que había construido una máquina voladora invitó a un grupo numeroso de personas para verla subir. A la hora señalada, con todo preparado, el hombre entró en la máquina y la puso en funcionamiento. El aparato atravesó enseguida el piso firme sobre el cual había sido construido, y se hundió en la tierra perdiéndose de vista; el aeronauta apenas logró saltar afuera y ponerse a salvo.
-Bueno -dijo-, he hecho todo lo necesario para demostrar la corrección de mis detalles. Los defectos -agregó, echando una mirada al piso arruinado- son apenas básicos y fundamentales.
Luego de esa declaración, la gente se le acercó con donativos para construir una segunda máquina.
Ambrose Bierce (1842- ?) es recordado en su país, Estados Unidos, por las irónicas y sarcásticas columnas que escribía para algunos medios gráficos. Menospreciaba los estereotipos sociales que producía su cultura y lo decía, a veces, en forma de literatura breve. Este cuento es una buena muestra de ello. Lo saqué de una revista de ciencia ficción y fantasía que se editaba durante la década del 80 en Argentina: "El péndulo". En esta revista también había un pequeño artículo sobre Bierse que decía: "A fines del siglo pasado Ambrose Bierce escribió un texto entre periodístico y narrativo que bajo el título "Desapariciones misteriosas" narraba tres casos en que un ser humano había desaparecido sin dejar rastros y sin explicación razonable posible. Su propia teoría recurría a una probable cuarta dimensión. Años después, más precisamente entre 1913 y 1914, Bierse se fue a México, con el vago y extravagante proyecto de unirse a las tropas de Pancho Villa. Y desapareció. Sin que mediaran rastros o una explicación razonable".
16/4/08
El principio de Arquímides
Un rey en viaje cae a un pozo profundo
nadie tiene la menor idea de cómo salvarlo
hasta que un paje llamado Arquímedes
recomienda comunicar el abismo
con una laguna de la vecindad
y el rey subió con el nivel del agua
Este poema lo saqué "Hojas de Parra", anteúltimo libro publicado por el chileno Nicanor Parra en 1983. Su último libro de poemas, "El Rey Lear", salió en 2004, luego de 20 años sin publicar. No lo leí todavía.
14/4/08
El eclipse
Cuando fray Bartolomé Arrazola se sintió perdido aceptó que ya nada podría salvarlo. La selva poderosa de Guatemala lo había apresado, implacable y definitiva. Ante su ignorancia topográfica se sentó con tranquilidad a esperar la muerte. Quiso morir allí, sin ninguna esperanza, aislado, con el pensamiento fijo en
Al despertar se encontró rodeado por un grupo de indígenas de rostro impasible que se disponían a sacrificarlo ante un altar, un altar que a Bartolomé le pareció como el lecho en que descansaría, al fin, de sus temores, de su destino, de sí mismo.
Tres años en el país le habían conferido un mediano dominio de las lenguas nativas. Intentó algo. Dijo algunas palabras que fueron comprendidas.
Entonces floreció en él una idea que tuvo por digna de su talento y de su cultura universal y de su arduo conocimiento de Aristóteles. Recordó que para ese día se esperaba un eclipse total de sol. Y dispuso, en lo más íntimo, valerse de aquel conocimiento para engañar a sus opresores y salvar la vida.
-Si me matáis –les dijo- puedo hacer que el sol se oscurezca en su altura.
Los indígenas lo miraron fijamente y Bartolomé sorprendió la incredulidad en sus ojos. Vio que se produjo un pequeño consejo, y esperó confiado, no sin cierto desdén.
Dos horas después el corazón de fray Bartolomé Arrazola chorreaba su sangre vehemente sobre la piedra de los sacrificios (brillante bajo la opaca luz de un sol eclipsado), mientras uno de los indígenas recitaba sin ninguna inflexión de voz, sin prisa, una por una, las infinitas fechas en que se producirían eclipses solares y lunares, que los astrónomos de la comunidad maya habían previsto y anotado en sus códices sin la valiosa ayuda de Aristóteles.
4/4/08
El poeta
Cuenta la leyenda el largo peregrinaje que emprendieron los pájaros por los bosques y las montañas hacia una meta divina que habría sido al mismo tiempo una consumación y una integración. Muchos murieron durante el viaje, torturados por la sed, descuartizados por las águilas enemigas, atravesados por las flechas de los cazadores, extraviados por la tempestad. Muchos otros consiguieron en cambio alcanzar el lugar predestinado, donde con sus propios cuerpos habrían formado el cuerpo único de su dios. Este dios era muy liviano, casi un temblor del aire: sus miembros entretejidos de alas y plumas tibias resplandecían al sol con todos los colores del arco iris; sus cabellos eran plumas de cuervo, sus ojos alas de golondrina, y sus labios crestas rojas de cardenales. Era el dios de los pájaros, que asumía la figura humana para poder desafiar a otro dios, enemigo de los pájaros. El dios hostil le mandó a su encuentro a la diosa de las serpientes, cuyo cuerpo escamoso estaba todo entrelazado de víboras. En vez de destruirse, las dos divinidades se unieron en la carne durante un siglo entero sin interrupción, y al final tuvieron un hijo que fue el primer poeta, el que después enseñaría a los hombres el arte de hablar con metáforas.
Juan Rodolfo Wilcock nació en Buenos Aires en 1919. Fue amigo de Jorge Luis Borges y de Bioy Casares. A mediados del siglo pasado se fue a vivir a Italia, donde murió en 1978. Escribió poesía, relatos, novelas y obras de teatro en español e italiano. Este relato pertenece al libro "El estereoscopio de los solitarios", que fue escrito originalmente en italiano y publicado en 1972. En español se publicó por primera vez en 1998.
Wilcock fue un escritor de una imaginación inagotable que compartió, junto a muchos otros, la lista de los grandes olvidados de la literatura argentina. Sigo viaje.
3/4/08
Optimismo
El optimismo, cuando no se trata del discurso vacío de quien en su cerebro no alberga más que serrín y palabras, es una idea no solo falsa, sino propia de desalmados, una cruel burla de los padecimientos sin cuento de la humanidad.
Cayó a mis manos un libro que recoge diversos fragmentos de la vasta obra de Arthur Schopenhauer. El filósofo nació en la singular "ciudad libre" de Danzig sobre el mar Báltico en 1788. Por diferentes circunstancias de la vida, Schopenhauer se vio libre de la necesidad de trabajar para vivir. Ese tiempo libre lo utilizó para viajar y aprender varias lenguas, además de practicar su deporte favorito: criticar sin piedad a todos aquellos que le caían mal, sobre todo a los filósofos alemanes. Voy a ir posteando sus opiniones sobre Hegel, Fitche, Schelling. No tienen desperdicio.
La recopilación de textos se llama "El arte de insultar".
31/3/08
La espera
Luego de beber el zumo de tomate fue hasta la puerta y salió al porche. Dio un paso más, atravesó el césped, y llegó a la acera.
El cielo estaba oscurenciéndose y corría un aire frío.
Miró a lo largo de la calle. Llegarían en cualquier momento.
A este párrafo lo saqué de "Soy leyenda", la novela de Richard Matheson. Ayer después de postear "Sola y su alma", despegué y tomé el rumbo hacia la biblioteca. Unos aullidos terribles llamaron mi atención y me acerqué a ver qué estaba pasando. Mientras navegaba por la novela, pensé que la historia de Robert Neville tenía cierta conexión con el cuento aquel donde llaman a la puerta. Así que lo subí a la nave y lo traje.
30/3/08
Conducta de los espejos en la isla de Pascua
Cuando se pone un espejo al oeste de la isla de Pascua, atrasa. Cuando se pone un espejo al este de la isla de Pascua, adelanta. Con delicadas mediciones puede encontrarse el punto en que ese espejo estará en hora, pero el punto que sirve para ese espejo no es garantía de que sirva para otro, pues los espejos adolecen de distintos materiales y reaccionan según les da la real gana. Así Salomón Lemos, el antropólogo becado por la Fundación Guggenheim, se vió a sí mismo muerto de tifus al mirar su espejo de afeitarse, todo ello al este de la isla. Y al mismo tiempo un espejito que había olvidado al oeste de la isla de Pascua reflejaba para nadie (estaba tirado entre las piedras) a Salomón Lemos de pantalón corto yendo a la escuela; después, a Salomón Lemos desnudo en una bañadera, enjabonado entusiastamente por su papá y su mamá; después, a Salomón Lemos diciendo ajó para emoción de su tía Remeditos en una estancia del partido de Trenque Lauquen.
Navegaba tranquilamente cuando vi los destellos y sin darme cuenta estaba atravesando "Historias de cronopios y de famas", de Julio Cortázar. Tuve suerte al poder aterrizar la nave en tierra firme y recoger esta historia.
Sola y su alma
Una mujer está sentada sola en su casa. Sabe que no hay nadie más en el mundo: todos los otros seres han muerto. Golpean la puerta.
Un cuento conocido de una conocida recopilación: "Antología de la literatura fantástica", por Jorge Luis Borges, Adolfo Bioy Casares y Silvina Ocampo. El cuento pertenece al inglés Thomas Bailey Aldrich (1836-1907)
Leí el libro por primera vez en 1997 y nunca olvidé este cuento. Días atrás, navegando por una feria de libros, vi el libro y lo compré. Ya seleccioné todos los cuentos que voy a postear.
29/3/08
Haiku: arte de la percepción
Las manos en el suelo,
un sapo, respetuoso,
recita su poema
la que vuelve a su rama?
¡Es una mariposa!
Todo está en calma.
El son de las cigarras
taladra rocas
Para decirlo de una manera sencilla, el haiku es una imagen de la realidad -o producto de la reflexión- que el haijin (el poeta del haiku) vierte en una estructura poética. Las imágenes se vinculan con circunstancias o situaciones de la realidad y de la vida cotidiana que tienen como protagonista -por lo general- a la naturaleza y al haijin, interviniendo éste en ella de manera respetuosa y contemplativa. En su forma tradicional, el haiku consiste en una estrofa de tres versos: el primero de cinco sílabas, el segundo de siete y el último de cinco. Generalmente incluye una palabra que hace referencia a alguna de las estaciones del año. Es una forma compleja y armoniosa que obliga al poeta a dotarla con un sentido vívido, intenso y duradero, partiendo de la fugacidad de un momento; el haijin debe crear una especie de recuerdo visual de un momento irrepetible.
Estos son de Sokan, Moritake y Basho, respectivamente.
Habrá mucho de esto por acá.
27/3/08
Perseguidores
La policía lo persigue en varios países. No se da por vencido.
Han prohibido sus libros; se reproducen a escondidas. Le robaron la biblioteca y precintaron su buhardilla; se hizo nómada. Le rompieron la máquina de escribir; ahora usa una tiza.
Hace tiempo que se arrodilla en carreteras comarcales. Escribe sobre el asfalto, letra por letra, la escenas finales de su última novela. Algunos fieles saben dónde encontrarlo y anuncian, varios días después de que se marche, en qué coordenadas ha garabateado las últimas líneas. Cuando le preguntan por qué, suele decir:
-Quiero saber cómo termina.
El autor de este cuento se hace llamar F.M. y dice que nació en Madrid en 1967; además, que es autor del libro Cuentos de X, Y y Z.
"Perseguidores" pertenece a un libro -inspirado en el I Chin- que se llama Ciclos. Está dividido en 64 capítulos en los cuales F.M. habla sobre la sed, la derrota, náufragos, el olfato, las drogas, el sexo, mañana. También como en el I Chin, cada capítulo inicia el tema sobre el que trata con un pequeño ensayo y lo cierra con una historia breve.
Me pareció una idea original. Voy a subir más.
26/3/08
Un sueño
En un desierto lugar del Irán hay una no muy alta torre de piedra, sin puerta ni ventana. En la única habitación (cuyo piso es de tierra y que tiene la forma del círculo) hay una mesa de madera y un banco. En esa celda circular, un hombre que se parece a mí escribe en caracteres que no comprendo un largo poema sobre un hombre que en otra celda circular escribe un poema sobre un hombre que en otra celda circular... El proceso no tiene fin y nadie podrá leer lo que los prisioneros escriben.
Jorge Luis Borges escribió este poema cuando tenía alrededor de 80 años. Forma parte de su anteúltimo libro de poemas "La cifra", publicado en 1981.