4/4/08

El poeta

Cuenta la leyenda el largo peregrinaje que emprendieron los pájaros por los bosques y las montañas hacia una meta divina que habría sido al mismo tiempo una consumación y una integración. Muchos murieron durante el viaje, torturados por la sed, descuartizados por las águilas enemigas, atravesados por las flechas de los cazadores, extraviados por la tempestad. Muchos otros consiguieron en cambio alcanzar el lugar predestinado, donde con sus propios cuerpos habrían formado el cuerpo único de su dios. Este dios era muy liviano, casi un temblor del aire: sus miembros entretejidos de alas y plumas tibias resplandecían al sol con todos los colores del arco iris; sus cabellos eran plumas de cuervo, sus ojos alas de golondrina, y sus labios crestas rojas de cardenales. Era el dios de los pájaros, que asumía la figura humana para poder desafiar a otro dios, enemigo de los pájaros. El dios hostil le mandó a su encuentro a la diosa de las serpientes, cuyo cuerpo escamoso estaba todo entrelazado de víboras. En vez de destruirse, las dos divinidades se unieron en la carne durante un siglo entero sin interrupción, y al final tuvieron un hijo que fue el primer poeta, el que después enseñaría a los hombres el arte de hablar con metáforas.

Juan Rodolfo Wilcock nació en Buenos Aires en 1919. Fue amigo de Jorge Luis Borges y de Bioy Casares. A mediados del siglo pasado se fue a vivir a Italia, donde murió en 1978. Escribió poesía, relatos, novelas y obras de teatro en español e italiano. Este relato pertenece al libro "El estereoscopio de los solitarios", que fue escrito originalmente en italiano y publicado en 1972. En español se publicó por primera vez en 1998.
Wilcock fue un escritor de una imaginación inagotable que compartió, junto a muchos otros, la lista de los grandes olvidados de la literatura argentina. Sigo viaje.

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