21/5/08

El diccionario del diablo

Tierra, s. Parte de la superficie del globo considerada como propiedad. La teoría de que la tierra es un bien sujeto a pertenencia privada constituye el fundamento de la sociedad moderna, y es digna de esa sociedad. Llevada a sus consecuencias lógicas, significa que algunos tienen el derecho de impedir que otros existan, puesto que el derecho a tener involucra el derecho de ocupar con exclusividad, y en realidad siempre que se reconoce la propiedad de la tierra se dictan leyes contra los intrusos. Se deduce que si toda la superficie del planeta es poseída por A, B y C, no habrá lugar para que nazcan D, E, F y G.


Reverencia, s. Actitud espiritual de un hombre frente a un dios, y de un perro frente a un hombre.


Rezar, v.i. Pedir que las leyes del universo sean abolidas en beneficio de un solo peticionante, declaradamente indigno.


Pasado, s. Pequeña fracción de la eternidad de la que tenemos un ligero y penoso conocimiento. Una línea móvil llamada Presente lo separa de un período ficticio llamado Futuro. Estas dos grandes porciones de la Eternidad, una de las cuales borra continuamente a la otra, son eternamente distintas. Una está oscurecida por la pena y la desilusión, la otra iluminada por la prosperidad y la alegría.
El Pasado es la región de los gemidos, el Futuro, el dominio del canto. En uno se acurruca la Memoria, vestida con un sayal, la cabeza cubierta de ceniza, musitando plegarias penitenciales; en la luz solar del otro vuela la Esperanza llamándonos a los templos del éxito y los pabellones del placer. Sin embargo, el Pasado es el Futuro de ayer, el Futuro es el Pasado de mañana. Son una misma cosa: el conocimiento y el sueño.

Como había prometido hace un tiempo atrás, les dejo un ejemplo más de la implacable pluma de Ambrose Bierce. Estas son algunas definiciones sacadas de su obra "El diccionario del diablo", que el autor fue publicando, esporádica y originalmente, en un semanario durante 1881 y 1906. La primera versión en libro que recopiló todos los escritos data de 1911 y se llamó entonces -antes de ser cambiado por sugerencia de los editores- "El vocabulario del cínico".

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