26/8/08

La manera de estar vivo

-La manera de estar vivo es lo que importa - dijo a la muchacha -, como siempre he sostenido.
Bebió un poco más de whisky.
-¿Te estoy aburriendo? - le preguntó.
-Ya sabés que no - dijo la joven.
-No pareces prestar mucha atención a lo que digo - afirmó.
-Te escucho - dijo la muchacha.
-Perfectamente - dijo el hombre -. Eso es diferente. Como te decía, la manera de estar vivo es lo que importa, como he dicho siempre.
Apuró el whisky y llamó al camarero.
-Dos más - indicó.
Parecía tranquilo, alegre, feliz, pero al mismo tiempo inquieto, enfadado y triste.
-Esta es la manera de estar vivo - afirmó -. Lo he dicho siempre.
La muchacha no dijo nada, porque empezaba a temer que volviera a emborracharse y que de nuevo tuviera que tomarse el trabajo de llevarle hasta su casa, cuando ella también estuviera un poco bebida. Si dijese algo, su acompañante comprendería la alarma que sentía la muchacha y procuraría mostrarse amable, aunque se emborrachase y hablase en voz alta.
-Mi corazón ha variado mucho - dijo repentinamente el hombre -. Lo siento, pero ya no estoy enamorado de ti.
La muchacha le agradeció la sinceridad con que se expresaba, aunque se sintió profundamente herida y por un instante tuvo intensiones de levantarse sin hablar una sola palabra y marcharse para no volverle a ver jamás; pero de pronto supo que no podría hacerlo.
Era una cosa que no podría hacer nunca.

"Un artista veloz de la máquina de escribir", así describió una vez un crítico a William Saroyan (1908-1981). Se refería al modo de escribir del escritor estadounidense de origen armenio, que utilizaba una manera espontánea, casi automática en sus escritos. Toda su obra es autorreferencial y autobiográfica. Solía decir Saroyan: "O te acuerdas de algo o te lo inventas, viene a ser lo mismo". Escribió innumerables obras de teatro, ensayos, novelas y cuentos. Sus cuentos, según mi criterio, son increíbles. Y son realistas. Saroyan escribió sobre su infancia con una mezcla de Hemingway y de Mark Twain, reflejando los años de la Gran Depresión en California. También escribió sobre muchos otros temas, pero siempre de la manera que lo expresa el cuento que hoy les dejo: escondiendo detrás de las circunstancias cotidianas y aparentemente intrascendentes un contundente cachetazo existencial.

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