29/5/08

Mora

Diez bucal, veinte bucal anal, treinta completo en el coche, cuarenta completo en el hotel, cincuenta pareja en el coche.
Tengo que hacer muy rápido: bichar al tipo cómo habla, cómo mira, qué ropa tiene puesta. Si tiene el traje atrás, hace algún deporte y se cambia en la oficina: tiene plata. Si tiene celular y agenda es organizado, no es un pichi. Algunos tienen anillos con rubí o alguna piedra; a ésos les puedo pedir un poco más.
Miro que no haya alguien escondido atrás porque me pueden violar o pegar. Me pueden matar.
Preguntan: cuánto calzás, te anda, venís bien.
La transa, nunca con la cabeza adentro de la ventanilla. Un metro de distancia, las piernas en tensión y el cuerpo atento. Si acepta subo, pero antes de cerrar miro que la puerta tenga manija del lado de adentro, controlo las trabas y dónde está el encendido del auto para, cualquier cosa, revolear la llave.
¿Está dura la calle?, es lo primero que dicen cuando ya estoy arriba. Y mientras los enfilo hacia un lugar oscuro les hablo de cualquier cosa para romper el hielo. Si me gusta, le miro la mano a ver si tiene alianza. Mi sueño es casarme y dejar todo esto.
Son escapadas. Está el que viene caliente porque la noviecita le dijo que no; el que se quiere vengar de su mujer porque le gasta la plata; el estresado; el gerente que tuvo un día agotador; el que tiene que hacer tiempo; el que se le pinchó el levante; el tachero insomne; el que busca nuevas experiencias; el viejo verde; el merquero que no se le para; el camionero solitario.
Algunos traen consolador.
Tienen entre diecisiete y ochenta años.
Me tocan, me manosean, me la ponen en el culo. Me dicen que soy una diosa y me terminan chupando la pija.

Así comienza la novela que cuenta la historia de un travesti que ofrece sexo por dinero en la Buenos Aires actual. Su nombre es Mora, y lo encontraron recién nacido en el armario de un cuarto de hotel. Creció en un reformatorio y luego una familia burguesa lo adoptó para someterlo a tratamiento psiquiátrico. Mora, un hombre, se descubre así mismo con tacos y siliconas y al fin logra saber quién es: Mora, una mujer.
"Mora - Una confesión" (2003), es una novela under -eficiente y violenta- con ritmo beatnik y olor a culo. La autora es Maria Maratea y este es su blog.

27/5/08

Ni lo pienses

ahora, escuchame, cuando me muera no quiero
ningún llanto, sólo hagan un entierro decente.
he tenido una vida plena, y
si alguien tuvo un filo, fui yo.
viví 7 u 8 vidas en una, suficiente
para cualquiera.
todos somos, finalmente, lo mismo, así que sin
discursos, por favor,
a menos que quieras decir jugaba a los caballos
y era muy bueno en eso.

vos sos el próximo y quizá yo ya sepa algo
que vos
todavía no sabés.

Charles Bukowski (1920-1994) es el autor de este poema. Como se sabe nació en Adernach, Alemania, y vivió toda su viva en Los Angeles y San Pedro, en California. Con sus cuentos, novelas y poemas creó un mundo brutal poblado de seres marginales en el que muchos cometen el error de ver sólo putas, borrachos y asesinos. Si les interesa, acá pueden leer otros poemas del viejo Buk y acá ver unas fotos y un conciso resumen de su vida y su obra. Y algo más por acá.

23/5/08

Literatura

El novelista, en mangas de camisa, metió en la máquina de escribir una hoja de papel, la numeró, y se dispuso a relatar un abordaje de piratas. No conocía el mar y sin embargo iba a pintar los mares del Sur, turbulentos y misteriosos; no había tratado en su vida más que a empleados sin prestigio romántico y a vecinos pacíficos y oscuros, pero tenía que decir ahora cómo son los piratas; oía gorjear a los jilgueros de su mujer, y poblaba en esos instantes de albatros y grandes aves marinas los cielos sombríos y empavorecedores.
La lucha que sostenía con editores rapaces y con un público indiferente se le antojó el abordaje; y la miseria que amenazaba su hogar, el mar bravío. Y al escribir las olas en que se mecían cadáveres y mástiles rotos, el mísero escritor pensó en su vida sin triunfo, gobernada por fuerzas sordas y fatales, y a pesar de todo fascinante, mágica, sobrenatural.

Aquellos que se ganen la vida escribiendo van a sentir una especial simpatía por este cuento del mexicano Julio Torri (1899-1970). Acá van a encontrar datos biográficos. Y si quieren información sobre el contexto social y político de la época en la que escribió, o sobre el grupo Ateneo de la Juventud que integró Torri, métanse acá y acá.

22/5/08

Natación

He aprendido a nadar en seco. Resulta más ventajoso que hacerlo en el agua. No hay el temor a hundirse pues uno ya está en el fondo, y por la misma razón se está ahogado de antemano. También se evita que tengan que pescarnos a la luz de un farol o en la claridad deslumbrante de un día hermoso. Por último, la ausencia de agua evitará que nos hinchemos.
No voy a negar que nadar en seco tiene algo de agónico. A primera vista se pensaría en los estertores de la muerte. Sin embargo, eso tiene de distinto con ella: que al par que se agoniza uno está bien vivo, bien alerta, escuchando la música que entra por la ventana y mirando el gusano que se arrastra por el suelo.
Al principio mis amigos censuraron esta decisión. Se hurtaban a mis miradas y sollozaban en los rincones. Felizmente, ya pasó la crisis. Ahora saben que me siento cómodo nadando en seco. De vez en cuando hundo mis manos en las losas de mármol y les entrego un pececillo que atrapo en las profundidades submarinas.

Un poco de ejercicio a la imaginación no le viene mal. "Natación" es un cuento del cubano Virgilio Piñera (1912-1979). Esta es su página oficial, tiene muy buena información acerca de su vida y su obra y algunos textos. Si les interesa, acá van a encontrar más para leer. Nos vemos.

21/5/08

El diccionario del diablo

Tierra, s. Parte de la superficie del globo considerada como propiedad. La teoría de que la tierra es un bien sujeto a pertenencia privada constituye el fundamento de la sociedad moderna, y es digna de esa sociedad. Llevada a sus consecuencias lógicas, significa que algunos tienen el derecho de impedir que otros existan, puesto que el derecho a tener involucra el derecho de ocupar con exclusividad, y en realidad siempre que se reconoce la propiedad de la tierra se dictan leyes contra los intrusos. Se deduce que si toda la superficie del planeta es poseída por A, B y C, no habrá lugar para que nazcan D, E, F y G.


Reverencia, s. Actitud espiritual de un hombre frente a un dios, y de un perro frente a un hombre.


Rezar, v.i. Pedir que las leyes del universo sean abolidas en beneficio de un solo peticionante, declaradamente indigno.


Pasado, s. Pequeña fracción de la eternidad de la que tenemos un ligero y penoso conocimiento. Una línea móvil llamada Presente lo separa de un período ficticio llamado Futuro. Estas dos grandes porciones de la Eternidad, una de las cuales borra continuamente a la otra, son eternamente distintas. Una está oscurecida por la pena y la desilusión, la otra iluminada por la prosperidad y la alegría.
El Pasado es la región de los gemidos, el Futuro, el dominio del canto. En uno se acurruca la Memoria, vestida con un sayal, la cabeza cubierta de ceniza, musitando plegarias penitenciales; en la luz solar del otro vuela la Esperanza llamándonos a los templos del éxito y los pabellones del placer. Sin embargo, el Pasado es el Futuro de ayer, el Futuro es el Pasado de mañana. Son una misma cosa: el conocimiento y el sueño.

Como había prometido hace un tiempo atrás, les dejo un ejemplo más de la implacable pluma de Ambrose Bierce. Estas son algunas definiciones sacadas de su obra "El diccionario del diablo", que el autor fue publicando, esporádica y originalmente, en un semanario durante 1881 y 1906. La primera versión en libro que recopiló todos los escritos data de 1911 y se llamó entonces -antes de ser cambiado por sugerencia de los editores- "El vocabulario del cínico".

18/5/08

Continuidad de la creación

Una catástrofe que sumiera a la humanidad en la miseria y en la ignorancia transmutaría el valor de todas las obras de arte, aniquilaría las riquezas de Leonardo, de los diálogos platónicos: nadie puede ver en una novela, en un cuadro, en un sistema de filosofía, más inteligencia, más matices de espíritu que los que él mismo tiene.
Pero aun sin catástrofe, la humanidad cambia constantemente y, con ella, las creaciones del pasado y los personajes históricos: el presente engendra el pasado; el Cervantes que escribió el Quijote no es el mismo que el Cervantes de hoy; aquél era aventurero, lleno de vida y despreocupado humor; el de hoy es académico, envejecido, escolar, antológico. Lo mismo pasa con Don Quijote, oscilando entre la ridiculez y la sublimidad, según la época, la edad de los lectores y su talento. No hay tal abismo entre la realidad y la ficción. Hoy es tan real —o tan ficticio— Cervantes como Don Quijote. Al fin de cuentas, nosotros no hemos conocido a ninguno de los dos y no nos consta su existencia o inexistencia efectiva, de carne y hueso; de ambos tenemos una noticia literaria, llena de creencias y suposiciones. En rigor, Don Quijote es menos ficticio, porque su historia está relatada en un libro, en forma coherente, lo que no sucede con la historia de Cervantes.

Este texto de es Ernesto Sábato, escritor argentino popular y polémico. Pertenece a su primer libro de ensayos "Uno y el Universo", publicado en 1945.
En la actualidad, Sábato tiene 97 años y vive recluido en su casa de Santos Lugares, en la provincia de Buenos Aires. Si alguién quiere saber más acerca del escritor, acá hay muy buena información.

12/5/08

Tabú

El ángel de la guarda le susurra a Fabián, por detrás del hombro:
-¡Cuidado, Fabián! Está dispuesto que mueras en cuanto pronuncies la palabra zangolotino.
-¿Zangolotino?- pregunta Fabián azorado.
Y muere.

Este cuento es del argentino Enrique Anderson Imbert (1910-2000)

8/5/08

La flor del castaño

Se supone, yo no lo afirmaría, pero algunos eruditos nos lo aseguran, que la flor del castaño posee efectivamente el mismo olor que ese prolífico semen que la naturaleza tuvo a bien colocar en los testículos del hombre para la reproducción de sus semejantes.
Una tierna damisela, de unos quince años de edad, que jamás había salido de la casa paterna, se paseaba un día con su madre y con un presumido clérigo por la alameda de castaños, que con la fragancia de sus flores embalsamaban el aire con el sospechoso aroma que acabamos de tomarnos la libertad de mencionar.
-¡Oh! Dios mío, mamá, ese extraño olor -dice la jovencita a su madre sin darse cuenta de dónde procedía-. ¿Lo hueles, mamá? Es un olor que conozco.
-Cállate, hija, no digas esas cosas, te lo ruego.
-¿Y por qué no, mamá? No veo que haya nada de malo en decirte que ese olor no me resulta desconocido y de eso ya no me cabe la menor duda.
-Pero, hija...
-Pero, mamá, te repito que lo conozco. Padre, le ruego que me diga qué mal hago en asegurarle a mamá que conozco ese olor.
-Señorita -responde el eclesiástico, acariciándose la papada y aflautando la voz-, no es que haya hecho ningún mal exactamente; pero es que aquí nos hallamos bajo unos castaños y nosotros los naturalistas admitimos, en botánica, que la flor del castaño...
-¿Que la flor del castaño...?
-Pues bien, señorita, que huele como cuando se practica el amor carnal, y se supone que usted no conoce eso.

Acá dejo un cuento del francés Donatien Alphonse François, marqués de Sade, en el que puede apreciarse la calidad de su filosa pluma para poner en evidencia la picaresca de su época. Sade nació en París en 1740 y murió en 1814 en el hospital psiquiátrico de Sharington.

5/5/08

Noticia

Un monseñor camina por cierto campo. Ha leído sobre objetos raros en el cielo. Se topa bruscamente con un desconocido. En la noche no puede verle el rostro. No siente miedo porque está en uno de esos momentos tan raros del alma humana. Tan distraído va que le dice lo primero que le viene a la cabeza: “Yo no soy un habitante de otro planeta”. El otro contesta: “Yo tampoco”.

Este fragmento -que por sí solo tiene características de microrelato- lo saqué de la novela “Los Sorias”, del escritor Alberto Laiseca. Es una noticia publicada en uno de los extraños diarios que se editan en Monitoria, la ciudad capital de Tecnocracia, nación donde se desarrolla la ficción.
Laiseca es uno más de los grandes marginados de la literatura argentina. Es dueño de una imaginación sin igual y autor de poemas, cuentos y novelas exquisitas, fantásticas, crueles y delirantes. Su obra máxima es, precisamente, “Los Sorias”, monumental novela de más de 1.300 páginas donde el poder creativo del autor llega a un nivel superlativo.